lunes, 28 de agosto de 2017

Imprescindibles del verano

Los veranos, entendidos a modo tradicional como “vacaciones”, cumplen distintas funciones en la vida de las personas. Básicamente se trata de un tiempo de paréntesis anual, en el que uno deja de realizar sus tareas habituales para desempeñar otras diferentes. Cierto es que hay denominadores comunes en estos periodos a cualquier edad, ya que cambiamos el ritmo de los acontecimientos diarios (en mi caso, tan solo el ir y venir ya supone una disminución del gasto de las suelas de las zapatillas de andar por casa), solemos dormir más (¡algunos días hasta más de 8 horas!) y dedicamos gran parte del tiempo -o alguna parte de él, según las posibilidades- a actividades que durante el resto del año no podemos realizar, o no con la frecuencia que queremos (recurriendo a un clásico-básico, esto podría ejemplificarse con algo como “estar con los amigos”, ya que a todas las edades, por mucho que los veamos durante el año, siempre quieres estar más con los amigos).

Algunos años, especialmente a los adultos, parece que los veranos nos pasan sin pena ni gloria. De niños no. Siendo adolescentes tampoco. En estas épocas los veranos son maravillosamente eternos; tanto, que da incluso da tiempo a aburrirse. A veces recuerdo con nostalgia tres meses de vacaciones. ¡Y hasta tres meses y medio cuando la facultad empezaba en octubre! Lo pienso con cara de emoticón lacrimoso… ¡esos sí eran veranos como Dios manda! Lectura, sueño, televisión, fiesta, playa, amigos, viajes, relax, rezar, desconectar, salir de marcha, campamentos, deporte… ¡daba tiempo a cocinar el estío con todos los ingredientes! Y yo que anhelaba hacerme mayor… ¡Cuánta prisa tenemos a veces en crecer y vivir la siguiente etapa, sin darnos cuenta de que la que vivimos ahora es estupenda justamente por eso, porque es la de ahora!

Pero las cosas cambian radicalmente cuando, de un año para otro, hay un mes de vacaciones. Perdón, rectifico: con suerte, hay un mes de vacaciones. Y, con más suerte, se disfruta todo en los meses de calor. Porque, con mayor fortuna aún, se tienen vacaciones porque se trabaja. Es en ese punto vital cuando cambia el concepto de “verano”; al menos, es lo que a mí me ocurrió. La reducción de tiempo de descanso supone al principio una especie de agobio mayor que el que se vive durante el año, por la urgencia de exprimir al máximo el tiempo. Se planifica con tanta intensidad que resulta agotador. Viaje de tantos días, celebraciones familiares (quién no tiene una festividad popular que celebrar con los de casa, un cumpleaños u onomástica señalada que reúna a los más posibles en torno al celebrante), varios días de playa o piscina, escapadas furtivas de pocos días en pareja o en solitario, cenas o comidas para reencontrarse con los habituales o los esporádicos. ¡Ah! Y un poquito de tiempo para estar en casa porque he de hacer tales o cuales cambios.

Con personas a tu cargo la cosa se complica, y más si el cargo va por temporadas. Con más gente con quien consensuar también (véanse las denominadas “vacaciones en grupo”). Con menos días (algunos amigos y conocidos solo pueden disfrutar vacaciones en semanas alternas) empieza a ser realmente difícil, por no hablar del impedimento que pueda suponer para todos los casos el tema económico.

Al final, disfrutadas diversas modalidades de vacaciones estivales, una se conforma con unos mínimos imprescindibles, atemporales, pero vividos con intensidad máxima:

1.     Dormir: innegociable. No digo más.
2.     Disminuir el ritmo vital, si es posible a un adagio o andante, mejor que un moderato. A partir de ahí ralentizando siempre. Y si se puede, sin reloj en la muñeca.
3.     Personas: compartir un tiempo de calidad con los que tienes cerca especialmente (una comida sin televisión, un paseo sin finalidad ninguna, una cena con tertulia hasta altas horas de la madrugada, una conversación telefónica como cuando no existía el whatsapp…). Y también con los que tienes lejos (quedadas anuales, reencuentros con los veraneantes de la zona, etc.).
4.     Aficiones: este verano cuatro. Deporte (¡quién me ha visto y quién me ve!). Lectura (he terminado con buen sabor de boca El joc dels tres, de Davit Marchuet y estoy con Sinhué el egipcio, de Mika Waltari. Por supuesto, los comentarios pertinentes con el escritor o la amiga que me lo regaló). Cine (algunos clásicos como La gata sobre el tejado de zinc y Cayo Largo, y otras películas más actuales como Orgullo y prejuicio y Alicia a través del espejo). Música (conciertos que se prolongarán hasta el final del verano –en septiembre veré por segunda vez a Amaral en directo- y música reproducida en cd o distintas plataformas digitales –el Spotify y sus listas siguen triunfando mucho en mi vida a pesar de algunos “devotos” de Youtube-).

¿Lo mejor de todo? Que nada de esto es productivo. Se hace, simplemente, por disfrutarlo. Esta mañana le escribía a una de mis mejores amigas:
-“Mola hacer cosas totalmente intrascendentes y sin demasiadas repercusiones”.
Ella me respondía:
-“Es imprescindible.
  La mente descansa.
  Y el cuerpo también”.

¡Eso es! Ahí está el truco infalible de unas buenas vacaciones, de cualquier tipo y condición: “la mente descansa y el cuerpo también”.  A punto de terminar este tiempo, ya terminado o a puertas de iniciarlo, este es el deseo resumido en tres mensajes de whatsapp



             ¡Disfrutemos de lo que queda! De ese modo viviremos mejor lo que está por venir ;-).

domingo, 23 de abril de 2017

¡Continuamos leyendo!

A mí me ocurre que, en épocas de escasez lectora, los libros leídos me alimentan el alma. Hay etapas, como la de ahora, en que ni la mejor de las historias me atrapa, porque el problema no lo tiene la obra o el autor; es mi predisposición, mi cansancio, mi ritmo… que no se enganchan. Menos mal que hace tiempo que dejé de sentirme culpable por ello, porque tengo comprobado que, como sucede en tantas cosas en la vida, la lectura también tiene rachas.

Sin embargo, también me pasa que las lecturas de épocas fecundas quedan como poso en mi memoria. Y un simple recuerdo, una imagen rápida, el nombre de una calle, la estatua de un escritor… despiertan sensaciones tan intensas, datos tan concretos -¡y yo que los creía ya olvidados!- que revivo de nuevo la historia con detalles que, quizás, hasta la mejoran. Esté donde esté me vienen a la cabeza esos momentos mágicos de lectura cotidiana, de los que no solemos ser conscientes cuando ocurren: “la leí en la facultad, en tal asignatura; la tenía que leer por las noches o en el tren. Lo comentaba con María, o me lo recomendó Pilar. ¡Me encantó! O ¡fue un rollo! Es un relato mítico al modo de La Odisea, o descubrí al escritor por casualidad en tal librería”.

Son esas sensaciones las que también nos configuran como lectores. A pesar de la falta de tiempo o de ganas, los libros leídos llenan esa alma cansada, insatisfecha o rabiosa por la aparente indiferencia ante un relato o un poema. El truco es no dejar de leer. Ser persistente. Ser constante. Porque, como dice mi nuevo amigo portugués, nuestra vida (la de lectores también) aún está por concluir. Pero, para que empiece de nuevo la pasión arrebatadora con un libro, el travieso Cupido nos ha de sorprender leyendo.


O ar que respiro, este licor que bebo
Pertencem ao meu modo de existir,
E eu nunca sei como hei de concluir
As sensações que a meu pesar concebo.

Três sonetos, I, Álvaro de Campos (Fernando Pessoa).




                                                                      ¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!




domingo, 5 de febrero de 2017

¡Unos Goya de cumpleaños!

Este año esperaba la gala como agua de mayo. Verla suponía llegar a casa tras tres días y dos noches de ausencia, sentarme en el sofá y descansar. ¡Y conectarme con los amigos y amigas que siguen la gala, claro! De hecho, ha sido el año que más he utilizado las redes sociales y a partir de mis tuits reconstruyo brevemente los momentos de la noche que más me gustaron:

Bravo @DANIROVIRA ! Un 10 en tu presentación #Goya2017👏👏👏👏
Espectacular introducción del presentador. Y eso que la presión del fracaso del año anterior era grande. Apostó por un juego de palabras con el número tres, por muchos motivos. Parlamento breve, directo, con fuerza y sin titubeo. Impresionante, Dani. Un 10. Sin más que añadir.

Y es indecente gentes sin casas, casas sin gentes... Olé Silvia Pérez Cruz! 🎤🎵🎶👏👏#Goya2017 @Academiadecine @PremiosGoya
Me encantó descubrir a esta chica. Su sencillez, su naturalidad, su rostro dulce y su voz certera: totalmente fuera del guion pero dentro de la realidad y de la vida. Pues eso. ¡Olé, Silvia! A partir de ahora serás una de mis reproducciones habituales en Spotify.

Espectacular la @FilmSymphony Si es q no hay nada mejor que la música en directo! 🎵🎶🎼🎶👏👏👏#Goya2017 @PremiosGoya
Eso es. Ni más ni menos que ESPECTACULAR. Pero es que la música en directo lo es todo, aunque ocupe gran parte del escenario. Ya conocía la orquesta por haberla visto en televisión, por oír hablar de ella y su director hasta la saciedad y por haber asistido en noviembre a uno de sus conciertos en el Palau de la Música de Valencia. Me alegré muchísimo de que fuera la Film Symphony Orchestra quien pusiera la banda sonora a los Goya. Y es que no la hay más idónea para la ocasión. Aprovecho estas líneas, además, para felicitar a su director y compositor, Tino Martínez, y a todos los músicos que la forman. Y para decirle a mi amigo Mario, con un guiño de ojo, que sigo pensando que el arte divulgativo también es arte 😉.

Basta ya de levantar muros entre las personas! #FragilEquilibrio #Goya2017 @PremiosGoya @Academiadecine
Y así lo pienso. Son palabras del discurso de Goya al mejor documental, un género que –pensé- me estoy perdiendo con demasiada tranquilidad. Y es justo lo que debería empezar a ver: este arte que exprime los recursos de la narración y la imagen hasta cotas insospechadas; quizás incluso mejor que el largometraje, porque es realmente vocacional (de ahí que subieran tantos al escenario; según Dani Rovira, les hace más ilusión porque no cobran). Ahí queda, como una de mis tantas asignaturas pendientes en la vida…

El poder transformador de la cultura! Porque el arte ayuda a expresar... ¡Así es! #Goya2017 @PremiosGoya @Academiadecine #CineEspañol
Colofón final. Y ahí me quedé en tuiter. Y con ello me quedo de la gala, del cine y del arte. Con ese hechizo y esa magia que nos hace vibrar, soñar, anhelar, disfrutar y VIVIR. Porque con el arte los sentimientos afloran y fluyen, para buscar su sitio, o salir de donde se sienten reprimidos. Porque con el arte la vida se transforma, y se transforma para bien.

Tres apuntes finales para personas especiales:

-A mis amigas que valoran estas cosas 👗👠: Ana Álvarez y Juana Acosta.

-A la otra mitad de este blog, que no puede aportar por estar fuera de España: este año hubieras disfrutado. Sobria y discreta, sin excentricidades ni salidas de tono. Críticas elegantes e irónicas, como a ti te gustan.

-A mi hijo, que se sentó a mi lado por primera vez para ver la gala y que hoy celebra su undécimo cumpleaños: a partir d´ara tenim una cita tots els anys!! Tu, que valores l´art des de ben menut, sabràs apreciar la importància del cine, i podrem disfrutar junts d´una nit màgica i especial, i de moltes històries per a compartir i comentar… ¡FELICITATS, JAUME! 🎂🎂



jueves, 5 de enero de 2017

Queridos Reyes Magos:


Sé que no dejáis sin regalo a nadie por haberse portado mal (eso es una excusa de los adultos para manejarnos). Pero sí que sé que os gusta que hagamos un pequeño balance de lo que hemos vivido y cómo lo hemos vivido. Dado que trabajáis tanto, os pido que os toméis un ratito tranquilo de descanso para esto que os voy a compartir.

Reconozco que durante este año he hablado más que he hecho. Y por eso he criticado a políticos, eclesiales, funcionarios, sindicalistas... pero no les he propuesto nada para cambiar.
Reconozco que voto en contra de la corrupción de tantas personas en este país, pero le pido al fontanero que me haga la factura sin IVA.
Reconozco que ante el drama de los refugiados me he sumado al 'mannequin challenge' de gobiernos e instituciones, aunque haya puesto mis quejas y reivindicaciones como banda sonora del vídeo.
Reconozco que ante la violencia de género, como nunca me toca cerca, tengo un dolor instantáneo de vídeo de instagram.
Reconozco que los parados me preocupan tanto como permanece en televisión la cifra de desempleados en pantalla.
Reconozco que he criticado la elección de Trump, pero no estoy dispuesto a que los inmigrantes me quiten puestos de trabajo, derechos o 'gasten' los sistemas públicos sin cotizar y aportar nada.
Reconozco que la guerra de Siria se ha alargado tanto que se ha hecho aburrida y apenas llega el clamor del sufrimiento incrementado por el polvo y la ignorancia ajena.
Reconozco que me sorprende la gente que muere ahogada en el Mediterráneo buscando una oportunidad, pero solo contribuí con cinco salvavidas cuando vi a aquel niño ahogado en la playa.
Reconozco que me preocupa la ecología y la defensa de esta nuestra Tierra, pero soy incapaz de dejar el coche y utilizar el metro o llevarme a la compra una bolsa de tela o un carrito.
Reconozco que el mal uso de las tecnologías está castrando la creatividad y el desarrollo de mis hijos, pero no tengo tiempo para perderlo jugando o paseando con ellos.
Reconozco que me incomodan los deberes de la escuela y he firmado por abolirlos: no soporto luchar con mis hijos para que los hagan y llego muy cansado a casa para ayudarles.
Reconozco que el manejo del dinero en el fútbol es un escándalo y un insulto a millones de familias de todo el mundo, pero ¿cómo me voy a perder ese partido?
Reconozco que el alcohol está arruinando la vida muchos adolescentes y jóvenes, pero ¿cómo les vamos a coartar su libertad? ¡Yo también he sido joven y aquí estoy la mar de sano!
Reconozco que he gritado al maestro y a la psicóloga de mi hija, ¡qué sabrán ellos que solo pasan 8 horas al día con ella!
Lo reconozco...

POR ESO OS PIDO:
A Melchor, que viene de Asia le pediría que me dejara un ratito de meditación, espacios de silencio y contemplación y una sana mirada para ver el corazón de las personas y las cosas.
A Gaspar, el europeo, que me devuelva la valentía para comenzar empresas humanizadoras con otros, buscando el bien de todas las personas.
A Baltasar, del continente africano, la capacidad para gozar de la vida, celebrarla, cantarla y bailarla, dejándome llevar por la sinfonía hermosa de una naturaleza amiga y hermana.
Y al cuarto rey mago, que vendría de América, el temple, fortaleza, arrojo, alegría, paciencia, valentía... de las mujeres americanas para sacar en cualquier condición y situación la vida familiar adelante.

Solo eso os pido.