lunes, 23 de abril de 2018

Historias de cine

Lo curioso de la cuestión es que el libro estaba descargado en mi dispositivo varios años, en uno de esos ratos en que encuentro el momento de rebuscar por la red alguna lectura sugerente. Pero aún no le había llegado su hora, hasta hace más o menos un mes. Lo elegí por saturación de lo cotidiano: quizás adentrarme en otra época y en otra vida oxigenaría un poco mi cerebro. También por explorar un género prácticamente intacto en mi trayectoria de lectora: la biografía. Y, por supuesto, por admiración total por ella: la protagonista. 

Estaba segura de que me iba a resultar interesante, porque la actriz me encanta. Y descubrir una vida tan radicalmente distinta a la mía me iba a entretener seguro. Pero conocer a Audrey Hepburn fue mucho más que eso: ¡una auténtica sorpresa! Lejos de lo que aparenta su clásica imagen (belleza, estilo, elegancia, clase, lujo…) he descubierto a una mujer frágil y muy sensible, con una historia dura, difícil, marcada por la guerra y el sufrimiento. También a una chica cariñosa, entregada y sumamente delicada. Pero sobre todo, una dama.

Me ha encantado leer sobre los entresijos de los rodajes, los grandes actores y actrices de Hollywood, la producción, la elección de escenarios, de vestuario… También me ha gustado ver plasmada la evolución del cine clásico al moderno a ojos de ella, que son muy peculiares. He visto más claro que nunca que, efectivamente, el cine es una industria y lo que fabrica es ficción, porque la realidad que hay detrás de muchas historias filmadas no es tan bonita ni agradable.

Sinceramente, es una vida para leer. Si no la de ella, sí la de las personas que despiertan cierta admiración o interés en cada uno. Estaría bien que pensáramos un instante, de vez en cuando, a quién nos gustaría conocer más y mejor. Es más, la biografía es un género amplísimo para explorar. De Audrey Hepburn, de hecho, hay varias publicadas (una escrita por su hijo mayor), aunque yo he leído la de Donald Spoto, que la retrata con un respeto y un cariño deliciosos, sin omitir los detalles menos agradables de su personalidad y de su historia.

Nueva York. Sin duda es el lugar que inhala parte de su aroma. A día de hoy, en cualquier esquina donde aparca un vendedor ambulante, puedes encontrar un marco que contiene una de las imágenes de Audrey Hepburn. Sigue adornando el ya de por sí interesante paisaje urbano neoyorquino. Es más, hace que pasear por este escenario multicultural y diverso se torne acogedor y agradable. El rostro inocente, dulce y sencillamente sofisticado de Audrey, convierte los paseos por las grandes avenidas un lugar más habitable. Una niña siempre enriquece el paisaje. Y más si es con diamantes.

Para terminar con mi recomendación particular en el Día del Libro, dos apuntes: 
1. Empecé a leerlo por casualidad, mientras esperaba a que mi hijo saliera de su clase de Lenguaje Musical, en la terraza del conservatorio. Buen escenario para una mujer que destacó en muchas cosas, pero no por su voz. ¡Ironías de la vida!
2. Me propuse tomar nota de las frases que me llamaran la atención, porque el inicio fue potente; pero no fui constante en mi empeño y, al concluir el libro, solo había anotado estas dos: “Los nacidos en sábado trabajan para ganarse la vida”(y es que Audrey nació en sábado, ¡y yo también!; al leerla pensé: “¿Y el resto de mortales cómo lo hacen?”). Y la segunda, ya en la última parte de su vida, cuando se dedicó a colaborar con Unicef: “Para Audrey la cuestión era sencilla: ´Dar es vivir. Cuando se deja de dar no hay nada por lo que vivir´”. Me impactó. Por eso, sin más comentarios, la dejo para el final.

La clásica, la Audrey del encanto y la sofisticación:


Una imagen de ella muy especial, que me regaló mi blogger favorita hace… ¡4 años! Una Audrey natural y sonriente:


Y, como no podía ser de otra manera en el día del libro, Audrey lectora: 


Desde el blog os deseamos 
¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!