Sé que no dejáis
sin regalo a nadie por haberse portado mal (eso es una excusa de los adultos
para manejarnos). Pero sí que sé que os gusta que hagamos un pequeño balance de
lo que hemos vivido y cómo lo hemos vivido. Dado que trabajáis tanto, os pido
que os toméis un ratito tranquilo de descanso para esto que os voy a compartir.
Reconozco que
durante este año he hablado más que he hecho. Y por eso he criticado a
políticos, eclesiales, funcionarios, sindicalistas... pero no les he propuesto
nada para cambiar.
Reconozco que voto
en contra de la corrupción de tantas personas en este país, pero le pido al
fontanero que me haga la factura sin IVA.
Reconozco que ante
el drama de los refugiados me he sumado al 'mannequin
challenge' de gobiernos e instituciones, aunque haya puesto mis quejas y
reivindicaciones como banda sonora del vídeo.
Reconozco que ante
la violencia de género, como nunca me toca cerca, tengo un dolor instantáneo de
vídeo de instagram.
Reconozco que los
parados me preocupan tanto como permanece en televisión la cifra de
desempleados en pantalla.
Reconozco que he
criticado la elección de Trump, pero no estoy dispuesto a que los inmigrantes
me quiten puestos de trabajo, derechos o 'gasten' los sistemas públicos sin
cotizar y aportar nada.
Reconozco que la
guerra de Siria se ha alargado tanto que se ha hecho aburrida y apenas llega el
clamor del sufrimiento incrementado por el polvo y la ignorancia ajena.
Reconozco que me
sorprende la gente que muere ahogada en el Mediterráneo buscando una
oportunidad, pero solo contribuí con cinco salvavidas cuando vi a aquel niño
ahogado en la playa.
Reconozco que me
preocupa la ecología y la defensa de esta nuestra Tierra, pero soy incapaz de
dejar el coche y utilizar el metro o llevarme a la compra una bolsa de tela o
un carrito.
Reconozco que el
mal uso de las tecnologías está castrando la creatividad y el desarrollo de mis
hijos, pero no tengo tiempo para perderlo jugando o paseando con ellos.
Reconozco que me
incomodan los deberes de la escuela y he firmado por abolirlos: no soporto
luchar con mis hijos para que los hagan y llego muy cansado a casa para
ayudarles.
Reconozco que el
manejo del dinero en el fútbol es un escándalo y un insulto a millones de
familias de todo el mundo, pero ¿cómo me voy a perder ese partido?
Reconozco que el
alcohol está arruinando la vida muchos adolescentes y jóvenes, pero ¿cómo les
vamos a coartar su libertad? ¡Yo también he sido joven y aquí estoy la mar de
sano!
Reconozco que he
gritado al maestro y a la psicóloga de mi hija, ¡qué sabrán ellos que solo
pasan 8 horas al día con ella!
Lo reconozco...
POR ESO OS PIDO:
A Melchor, que
viene de Asia le pediría que me dejara un ratito de meditación, espacios de
silencio y contemplación y una sana mirada para ver el corazón de las personas
y las cosas.
A Gaspar, el
europeo, que me devuelva la valentía para comenzar empresas humanizadoras con
otros, buscando el bien de todas las personas.
A Baltasar, del
continente africano, la capacidad para gozar de la vida, celebrarla, cantarla y
bailarla, dejándome llevar por la sinfonía hermosa de una naturaleza amiga y
hermana.
Y al cuarto rey
mago, que vendría de América, el temple, fortaleza, arrojo, alegría, paciencia,
valentía... de las mujeres americanas para sacar en cualquier condición y
situación la vida familiar adelante.