domingo, 12 de febrero de 2023

La pasión por los Goya

Sin lugar a dudas, lo mejor de estos Goya no ha sido la gala, pero esta 37ª edición de los premios más famosos del cine español la recordaré siempre: ha sido la primera vez que la he visto fuera de casa. 


La historia se remonta al 2 de febrero, cuando me enteré de que en casa la iba a ver sola y decidí que no, que prefería compartirla con otros entusiastas de la gala y del cine español. Por supuesto, creamos un grupo de whatsapp que ardió desde esa misma noche. ¡Impresionante! En menos de tres horas decidimos crear un evento para que casi una treintena de personas la vieran; toda una osadía, teniendo en cuenta que, la mayoría de ellas, no habían visto una gala entera de los Goya en su vida, ni ganas que tenían ni falta que les hacía. 


¡Qué semana más divertida he pasado! Lo primero, distribución de tareas: los más jóvenes se encargaban de la parte técnica y las veteranas, del photocall, el atrezzo y el ágape. ¡Un éxito de equipo! Toda una experiencia de trabajo compartido y pasión por la misión: en cada mensaje, en cada audio, en cada foto, el entusiasmo, la alegría y las expectativas eran desbordantes. ¡Y con derroche de creatividad!: tenemos hasta banda sonora propia para la ocasión. ¡Increíble! Lo segundo, la semana de los Goya en casa, exprimiendo el tiempo para ver el máximo posible de películas nominadas. Francesc y yo hemos conseguido ver dos (por fases, que madrugamos mucho): En los márgenes y As bestas, la gran triunfadora. Otro exitazo para mí, ya que la mayoría de los años llego a la gala sin haber visto ni una de las películas que optan a la estatuilla. Este año, además, ya llevábamos vista Los renglones torcidos de Dios en el cine, con unos amigos, como tiene que ser. Así que ha sido el año en el que podía opinar y hacer cábalas de los ganadores con mayor conocimiento de causa.


Para motivar el visionado de la gala, unas horas antes rellenamos la quiniela de los Goya. Y desde ahí empezaron a sucederse las sorpresas:

Primera sorpresa que presagiaba una buena acogida de la gala: casi todos participaron en la quiniela y, la mayoría, voluntariamente. ¡Esto pinta bien!

Segunda sorpresa: el photocall. ¡Un éxito de crítica y público! Todos pasamos por la “alfombra roja” que preparamos, en pequeño y en gran grupo. ¡Qué gozo compartir ese momento de risas!

Tercera sorpresa: casi todos se quedaron a ver la gala. La contrapartida fue que no se escuchaba bien, por el sonido del audio y por los murmullos y comentarios -muy graciosos algunos, por cierto- del auditorio. Las carcajadas motivadas por algunas intervenciones estelares de la sala compensaron, venga. 


De la gala en sí poco puedo decir. La vi menos atenta que otros años y no me apetece verla en diferido porque, sinceramente, no creo que valga la pena. 

Me gustaron los estilismos de Belén Cuesta y Maribel Verdú. Y, de ellos, Álex González, tan elegante como siempre.

De los momentos musicales, me quedo con Manuel Carrasco y su versión de “Cantares” por tres motivos: la canción, el poeta y el recuerdo de los asistentes cantándola en la sala. ¡Súper bonito! Aunque algunos temas e intérpretes me gustaron más, todo hay que decirlo.

El “Goya marrón” nos llamó la atención a todos. Cuando explicaron que era de bronce reciclado me pareció un buen detalle, en los tiempos que corren.

A una amiga le gustaron las palabras de Clara Lago sobre el cine. No las escuché bien durante la gala, pero la noche anterior vi una entrevista que le hicieron en la semana previa a los Goya e hizo afirmaciones similares. Me llamaron la atención y por eso lo hago constar. 

Y lo último de la noche: me gustó el consejo que nos deja Carlos Saura en boca de su hija (creo recordar): “Hay que vivir apasionadamente”. ¡Sí! Apasionarse por lo que hago, por lo que creo, por lo que vivo, sea grande o pequeño, es la única manera de disfrutar de la vida y hacerla disfrutar a los demás. 


Para terminar, quiero agradecer a todos los hermanos y hermanas de Fraternidad con quienes he compartido la gala este año su alegría y colaboración en este evento. Nos hemos acordado también de los que, por diversas circunstancias, no han podido estar pero lo hubieran disfrutado. Y, especialmente, doy las gracias a Fernando, Alejandra, Itziar y María por ser ejemplo de lo que decía Saura: vivir con PASIÓN. Por los Goya, por el cine, por las Escuelas Pías, por el Evangelio y por la vida. 


¡El año que viene más y mejor!





La alfombra roja


El equipo organizador y colaboradores adjuntos


Los últimos de Filipinas: ¡aguantamos hasta el final!