miércoles, 27 de noviembre de 2019

Sembradores de estrellas

Llevo todo el día felicitando a los amigos y conocidos con quienes comparto profesión y vocación. Hoy es el día del maestro y me encanta. Por eso, aplicándome el cuento del post anterior, quiero terminarlo reviviendo emociones y agradecimientos.

Este día lo recuerdo desde pequeña: en mi cole de EGB lo celebrábamos todos los años. Al inicio de noviembre empezaban los ensayos con las monjas (con las profesoras no, que era sorpresa para ellas). Cada curso nos enseñaban una canción. El 27 de noviembre era un día de frío; a media mañana nos hacían ponernos las chaquetas sobre los baberos, bajar al patio todas (ellos eran muchos menos) y organizarnos en filas por cursos. Nuestras maestras se alineaban en el balcón, cual Julietas o Melibeas -¡qué graciosas estaban!-, y nos miraban contentas, sabiendo perfectamente qué iba a suceder, sin dejar de sonreír y comentar con esa complicidad de compañeras que a mí me fascinaba. Llegado el momento, tras la indicación de la Madre encargada, todas entonábamos la canción con la que obsequiábamos a nuestras maestras, con nuestra mejor voz y mirada algunas, entre risas otras. Pero siempre felices por ese ratito en que, por lo menos, perdíamos clase y veíamos sonreír a las que nos intentaban educar y enseñar cada día. De aquella época se me quedó grabado el estribillo de una canción, que me viene a la cabeza especialmente en este día: “Ser maestro es casi ser sembrador de las estrellas…” Yo alucinaba con esa frase porque eso era imposible. ¡Sembrar estrellas! Tantos años después estoy convencida de que en algún momento aquellas monjas me hablaron de Calasanz, pero confieso que no lo recuerdo. De Calasanz solo me hablaba mi padre, que estudió con los escolapios, y no lo hacía precisamente para conmemorar el día del maestro.

Esta mañana el móvil y las redes han amanecido inundados de mensajes sobre los profesores. A pesar de que en el cole lo celebramos el pasado viernes, tenía yo ganas de señalar el día de hoy. He felicitado a mis compañeros, he compartido publicaciones, he escrito a aquellos familiares y amigos maestros que no son de mi claustro, pero con quienes hay una doble conexión: la amistad y la vocación. He sentido la necesidad de hacer extensibles las felicitaciones a los exalumnos cercanos que ahora son docentes, por aquello de que la vocación, como la vida, crece si se comparte. Ha sido un día bonito, de intercambio de mensajes, imágenes y frases que alimentan la llamada que cada uno sentimos en su momento pero que necesitamos animar para que siga viva.

Y termino el día como lo empecé: a mis alumnos les he hecho cerrar los ojos y pensar en algún maestro o maestra que haya pasado por su vida y les haya hecho bien; dar las gracias a Dios por esa persona y rescatar algo de lo bueno que les enseñó. Esta noche lo he hecho con mis hijos. Y, antes de dormir, lo haré de nuevo yo sola: cerrar los ojos, recordar a las maestras y maestros que me marcaron, pedirle al Señor que los bendiga y agradecer su paso por mi vida, como sembradores de estrellas, porque con ellos aprendí muchas cosas, pero sobre todo a ser mejor persona.

Ya lo dijo mi Maestro Calasanz y así me lo recuerda la pared de mi despacho cada día: “Si desde su más tierna infancia el niño es imbuido diligentemente en la piedad y las letras, hay que esperar un feliz transcurso de toda su vida”.

Felicidades a todos los que, a pesar de los pesares, seguís sembrando cada día. Es una labor difícil en los tiempos que corren pero maravillosa. No lo olvidéis: ¡sois sembradores de estrellas!





sábado, 16 de noviembre de 2019

Más de más

Hoy es el día. Hace tiempo que llevo pensando cuánto ha pasado desde la última vez que escribí para este blog. Me faltan las ganas, el tiempo, la inspiración… Pero se ve que han confluido los astros a lo largo de esta semana y varios factores han determinado el impulso que hoy me lleva a abrir el ordenador para algo que no es trabajar, a pesar del cansancio de un jueves por la noche.

La primera motivación ha sido totalmente banal: una frase tras un breve saludo. “He leído tu blog y me ha gustado mucho” (no era exactamente así el comentario; era más personal y entusiasta, pero con la similitud de este la idea queda enunciada). Provenía de alguien que jamás hubiera imaginado. Una sorpresa total. La segunda ha sido una reunión (tengo muchas a la semana, pero esta era especial, y le he sacado un jugo del que me he alimentado hasta el punto de vencer la pereza para escribir). Y la tercera, una imagen de Pinterest (¡una de mis aplicaciones favoritas y diarias!), de esas que le gustan a mi amiga Raquel y que nos envía de vez en cuando al grupo de chicas para animarnos y darnos fuerza.

Ahora que lo escribo me doy cuenta de que tres acciones tan intrascendentes y cotidianas me han movido a llevar a cabo un deseo adormecido, de esos que, al empezar a materializarse, crecen, se ensanchan y llenan. De esos que estarían en la lista del “más”, pero que solemos poner en la parte del “menos”, porque tantas ocupaciones y preocupaciones nos absorben el tiempo, como los hombres grises de Momo.

En esa reunión de hoy hablábamos, en clave trascendente, de aquellos impedimentos u obstáculos que nos ponemos a nosotros mismos y que imposibilitan que disfrutemos y llevemos a la plenitud nuestra vocación en la vida, nuestra misión. Unas horas antes, en una comida de amigas, me sorprendía a mí misma justificando convencidísima lo razonable que es prolongar el visionado de una serie hasta el infinito por la falta de tiempo; esta es otra acción que colocaría en el “más” pero que siempre siempre pongo en el “menos”. Por último, esta noche, en mis minutos diarios de Pinterest, he encontrado una imagen y en mi cerebro una palanquita ha hecho: “click”. Ahora. Hazlo. Ya basta de excusas. Sí puedes. Como salga. Adelante. ¡Ponte en el más y escribe!

Por eso, hoy ha sido el día: ¡me he posicionado en la mejor columna! ¡Y qué bien me ha sentado, la verdad! Vencer esas excusas que me impiden, lanzarme a por lo que me gusta, atreverme y actuar. Pues sí. Yo quiero seguir estando ahí y hacer “más de más”.





                               (Esta es la imagen inspiradora de Pinterest. ¿A que mola? ;-))