domingo, 23 de abril de 2017

¡Continuamos leyendo!

A mí me ocurre que, en épocas de escasez lectora, los libros leídos me alimentan el alma. Hay etapas, como la de ahora, en que ni la mejor de las historias me atrapa, porque el problema no lo tiene la obra o el autor; es mi predisposición, mi cansancio, mi ritmo… que no se enganchan. Menos mal que hace tiempo que dejé de sentirme culpable por ello, porque tengo comprobado que, como sucede en tantas cosas en la vida, la lectura también tiene rachas.

Sin embargo, también me pasa que las lecturas de épocas fecundas quedan como poso en mi memoria. Y un simple recuerdo, una imagen rápida, el nombre de una calle, la estatua de un escritor… despiertan sensaciones tan intensas, datos tan concretos -¡y yo que los creía ya olvidados!- que revivo de nuevo la historia con detalles que, quizás, hasta la mejoran. Esté donde esté me vienen a la cabeza esos momentos mágicos de lectura cotidiana, de los que no solemos ser conscientes cuando ocurren: “la leí en la facultad, en tal asignatura; la tenía que leer por las noches o en el tren. Lo comentaba con María, o me lo recomendó Pilar. ¡Me encantó! O ¡fue un rollo! Es un relato mítico al modo de La Odisea, o descubrí al escritor por casualidad en tal librería”.

Son esas sensaciones las que también nos configuran como lectores. A pesar de la falta de tiempo o de ganas, los libros leídos llenan esa alma cansada, insatisfecha o rabiosa por la aparente indiferencia ante un relato o un poema. El truco es no dejar de leer. Ser persistente. Ser constante. Porque, como dice mi nuevo amigo portugués, nuestra vida (la de lectores también) aún está por concluir. Pero, para que empiece de nuevo la pasión arrebatadora con un libro, el travieso Cupido nos ha de sorprender leyendo.


O ar que respiro, este licor que bebo
Pertencem ao meu modo de existir,
E eu nunca sei como hei de concluir
As sensações que a meu pesar concebo.

Três sonetos, I, Álvaro de Campos (Fernando Pessoa).




                                                                      ¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!